BCCAP000000000000136ELEC

56 BTIIlNVJ!INJT)O Dl!l TGSTl!ILLA Una vez dentro, esperaba un rato hasta hacerme a la escasa luz que entraba por lo que hacía de puerta, única abertura que había en la cueva. Algunas veces llevaba fósforos; mas, si no eran muy profun– das las cuevas, prefería la luz que entraba de fuera. Estas cue– vas, casas o casas-cuevas, son de construcción durable, a pesar de no tener cuerpo amasado entre piedra y piedra, que son de pizarra tosca y en forma de lámmas sin líneas perfectas, pues la usaban al natural tomo las sacaban de la cantera del volcán Ranokao. Las dimensiones de estas cuevas-casas son reducidas: de 4 a 5 metros de largo por 2 o 3 de ancho. Su altura escasamente alcanzará a dos metros; por eso, al entrar a ellas, tenía que per– manecer en cuclillas o de rodillas, y así hacer la investigación o estudio de las cosas que podían llamar la atención en el in– terior. En casi todas hay labores o jeroglíficos que los natu– rales llaman rana, o sea, escritura, rango, representando aves, peces, estrellas, miembros del cuerpo humano, rostros y figu– ras de animales utópicos. Estas escrituras abundan más en otras cuevas o cavernas que están diseminadas en toda la isla. Al cuento: En el tiempo de la incubación, en los islotes Motunui, Mo– tui.ti y Motukao, sobre todo en el primero, habitan una infini– dad de aves acuáticas, siendo lamásapreciada la llamada M a– nulara. Son sus huevos los que se buscan, es decir, los dos pri– meros que ponga el primer pájaro Manutara que sea sorpren– dido en supostura. Son los pretendientes a reyes o jefes de las tribus los que buscan con verdadero interés los dos huevos codiciados. Con anticipación o sea dos o tres meses antes de las incu– baciones, se aprestan los hombres de los distintos bandos para conseguir los huevos, porque el que los halla primero, ése es el que proclama el candidato elegido; para eso son las casas-cue-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz