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54 '1HlllNVENIDO Dlll lllSTELLA Kahaué, kahaua ehe kahau tenuku-nuku, kakava-aro kavatua kako kako aure a Ohovehi kukahakíhia e ngailzu more a pua ka– tiki, e hia-hia pua mauku uta e tan-ngui pua mauku tai. El joven escuchaba a la bruja su canto, tendido ya en la an– garilla y listo para partir. Cesa ya, no cantes, que las hermosas diablesas no tardarán en llegar; partamos de aguí. Mientras es llevado el joven por los fornidos brujos, la bruja se desliza a su cueva, pero llena de gozo por haber burlado a sus enemigas vecinas. No tardaron mucho éstas en volver de su excursión, pero cuál sería su asombro cuando no encuentran al joven de sus desvelos en la cueva. Pensaron desde luego en alguna treta de la vecina bruja, y sin más se lanzan sobre ella diciéndole: E, nuahine Pikea uri, heaha koe kueteveró i tomaua moen-nga é tzngairó maua ia koe: Sí, vieja jaiva negra, ¿por qué diste li– bertad al joven que teníamos en la estera? Ahora te mataremos a ti. La bruja alcanzóa escaparse de sus enemigas que la perse– guían enfurecidas; al instante se transformó en jaiva y se es– condi.ó en la rendija de unas rocas estrechamente unidas. A las diablesas les ocurrió matarla, metiendo un palo, y en su afán le dicen: ¡Yaterompimos una pata, bien va!... No es cierto, dice la jaiva en tono de burla. Ala vez se desliza más al fondo de la ren– dija; y sus enemigas, deseosas de dañarle, vuelven a decir: Y ahora te hemos roto una pata-tijera, ya pronto te mataremos. Pues os engañáis, que las dos patas tengo bien sanas y ningún mal me habéis hecho. La jaiva permaneció segura en su fortaleza y las diablesas desistieron de su empeño para preocuparse de nuevo del joven. La bruja había prevenido al joven para cualquier evento dia– bólico de las hermosas.

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