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HISTORIETAS Y OUENTOS 53 negra, entre tanto, subía a consolar al joven cautivo, aprove– chando las ausencias de las diablesas, habiéndole anunciado ya que su liberación estaba próxima, pues se preparaban con rapidez los medios; que su padre sabía todo y él había ordena– do las cosas. Corno el Umu estaba acabándose, la gente decayó de en– tusiasmo y se fueron ret.rando a sus casas: mejor para los em– presarios brujos, pues solos harían su oficio con menos moles– tias. Preparadas la redes y una angarilla para llevar a cuestas al joven, procedteron a libertarlo. Los más fornidos, una vez enterados de que las dia– blesas estaban ausentes, subieron con su red manga a la cima, sobre la cueva, dejan caer la red hasta colocarla junto al cau– tiverio del joven, puesta ya laotrareddebajo y, gritando, ani– man al joven, diciendo: Ure, sin miedo, tírate por la red, por dentro de ella; no temas, que está cosida por debajo como saco. Echa primero tus cosas, la nua (frazada ), ngarúa (almohada) y moen-ga (estera). Así lo hizo el joven. Ku karere koe kiroto ki te kupen-nga: Ahora lánzate tú por el interior de la red. Resuelto el joven se lanzó sin titubear; acto seguido, lo su– ben con facilidad y se ve por fin libre de su odioso cautiverio y de sus egoístas carceleras. El padre del joven no estaba presente, porque se creyó más prudente que se fuera a su casa. Vete, le dijeron los libertadores de su hijo, vete, que te lo lle– varemos sano y salvo. Por esto no estaba presente al acto, pero estaba preparando en su casa un gran recrbirruento a su hijo esperado. La bruja ]aiva negra sí que se encontraba presente y, no bien hubo salido su protegido nieto de la red, cuando comien– za entusiasmada a cantar:
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