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52 Bl'ElNVl!lNIDO Dl!l ESTELLA Está bien, te llevaremos; pero sé prudente y no nos precipite– mos, que, si tu hijo está encantado por algún espíritu, debemos ir con cuidado. Además, no conviene que tu hijo te vea; por eso, para que no te conozca cuando te llevemos en el bote, te pondrás en la cabeza un «kete'l> (capacha), tu éalvz.cie te delata y pudiera ser que tu hijo, al verte, se precipitara desde la cueva para llegar a ti, y sería mayor desgracia. El padre siguió los consejos de sus nuevos amigos y al día si– guiente navegaron hacia el sitio indicado y pudo el padre oir los lamentos del hijo. Poco faltó para arrojarse al mar en demanda de su hijo; los dos pescadores le sosegaron. Llevadme pues a tierra, quiero salvar a mi hijo del cautiverio que algún espíritu envidioso le causa. Accedieron los dos pescadores llevándole con disimulo por la parte oculta a las miradas de su hijo. Llegado a tierra, con– vocó a los vecinos de esos lugares para manifestarles sus inten– tos y pedirles ayuda. Todos apr-obaron su resolución y le pro– metieron ayuda. Para mejor tenerlos a su lado en la empresa, hizo un gran Umu (curanto) que tuviera comida para todos, durante seis días por lo menos. El padre propuso escalar, del modo que fuera posible, la cue– va donde estaba su hijo. Esos lugares estaban habitados por una tribu en que casi todos eran brujos de espíritu superior. Estos hombres extra– ordinarios se prestaron a la empresa. El brujo más diablo ideó los medios de que debían servirse para libertar al c_autivo, es decir: Preparar dos redes grandes: una convertirlaenmanga, amo– do de las de los bomberos, para colgarla desde la cumbre del acantilado y dejarla caer desde la boca de la cueva; la otra red debía tenderse por la parte baja del acantilado, al aire, y bien sujeta por los extremos hasta dejarla tirante para defensa del joven, si caía al salir de la cueva. El diablo Ngaihu More apua– kotiki, era el encargado de preparar las redes. La bruja ]aiva

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