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48 BIJDNVJDNIOO DE Et!TJDLLA rán de mí. Siempre tendrás que comer; y ahora toma este pollo y plátanos. come y lo que te sobre, lo guardas escondido. Ellas están para venir. Conm"ene que te hallen como te dejaron; por eso te voy a envolver en la red y estera, para que nada sospe– chen; sé prudente y disimula bien. En todo convino el joven. La bruja, dejando al joven como lo halló, se fué a su cueva y, al poco rato de retirarse, aparece el arco iris por donde las hermosas diablesas volvieron a su cueva; inspeccionaron y todo lo hallaron bien; más, pa– ra estar bien tranquilas, fueron a la bruja y la interrogaron di– ciendo: ¿Tú has estado en nuestra cueva, bruja jea? ¿qué tenías que hacer ahí? A lo que agregó la bruja: Nada de cierto decís, mentirosas diablas. ¿Puede una vieja co– mo yo hacer eso? Con esto quedaron tranquilas y fueron a dar de comer el ve– neno al joven de sus afanes. Lo desenvuelven y lo halJan despierto. ¿Tendrás hambre? le dicen con dulzura y, sin esperar respues– ta:- Toma, come. El joven recibe en sus manos el engañoso pan del veneno y, siguiendo la instrucción de la bruja, se pone a comer al borde de la cueva. Ya come, se decían por lo bajo las hermosas diablesas, lle– nas de gozo. Pero pasó el día y el joven no daba muestras de envenena– miento. Será muy fuerte este joven, se decían ellas; necesitará más can– tidad y más activo veneno. Determinaron hacer otr<> viaje; a su deseo apareció el arco iris y, envolviendo al joven otra vez en su red y estera, ligándolo fuertemente, se fueron a su compra de veneno. La bruja, que vigilaba siempre, se dió cuenta de la ausencia

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