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44 BIENVENIDO DE ESTELLA mo vas a ir sola? Quédate en casa, iremos tu madre y yo.– No, replic6la niña; yo no iré sola, me acompañará mi amiga Heneru.-Está bien, id pues las dos. Al llegar a la bahía, como vieran el mar bajo, se pusieron las niñas a buscar conchas y caracoles. La niña del cuento se internó algo adentro, hasta donde se encuentran grandes mo– luscos pegados en las grandes peñas que quedan al descubierto en las bajas mareas. Mira qué concha tan grande hay aquí, gritó la niña a su ami– ga Heneru. . A la vez hacía esfuerzos para despegarla de la roca; la am1ga fué para ayudarla. No podían con ella, y les ocurrió buscar un palo a manera de cuchillo para conseguir su intento. Fué la amiga en busca del palo, y la niña se quedó sola, tratando de despegar la famosa concha. Como viera a la mano un palito, lo aprovechó, y al lle– gar su amiga con otro palo la niña, que tenía la con– cha algo abierta, gozosa de su conquista, no se fijaba en otra cosa. ~u amiga se acerca para ayudarla; pero en el mismo instante llega una ola impetuosa y grande, cubre la roca del cas ) y a la vez la niña; se retira la ola, aparece laroca limpia, · mas la concha y la niña fueron arrastradas al fondo para nun– ca más verse. La amiga quedó un momento perpleja, mirando las olas con afán y susto; mas, al ver que nada sale, prorrumpe en sollo– zos y echa a correr, gritando entre gemidos de dolor: ¡Auxilio! ¡auxilio! ¡que mi amiga Hautere-araka se está aho– gando! Al saber estoel padre de la niña, se precipita al mar. . . . Nada halla; sale resignado por su desgracia y confesando su impo– tencia, decía: ¡Ah! ¡la concha donde estaba guúrdada la sangre del diablo Rae-raehou, se la trag6 . . . ; es la venganza que de mí toma ese dt'ablo!
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