BCCAP000000000000136ELEC

40 BTIIlNVENl!)O DE EATI!lLLA exclamar así, caminó precipitada hacia el desconocido que la enamoró y con franca ingenuidad le dice: Dame pescado.- Ven y te daré. La niña sin temor le sigue, admirando uno y otro de los peces, como eligiendo el que le ha de dar. Así entusiasmada le siguió hasta Vaihú; y, al darse cuenta de lo mucho que le había se– guido cas1 sin pensar, le dice como con derecho: Dame ya el pez que me has prometido. Todavía no; sígueme, y más adelante de lo daré. La niña, dispuesta ya aseguir, no pensó en volver, porque de– seaba de veras su pescado: así es que sigue y sigue a su enga– ñador diablejo. Llegan a Akahanga, y la niña, al repetir su petición, recibe otra frase de esperanza. Llegan a Hangatetenga; y la niña sigue y sigue, porque nada le da su engañador, sino esperanzas. No, más adelante te lo daré. Están ya en Maunga toa-toa, y la niña, al verse tan lejos, dice:-Dame ya el pescado prometido.-Esperaunpoco más y sí– gueme, que llega el momento de dártelo. Están cerca de su término, en Ahupuoko, pero la niña sigue aún con la esperanza en el corazón y el cansancio en el cuer– po. En Tongariko, o sea Otuiti, la niña repite su súplica ; pero el diablejo la consuela diciendo: Ahora sí que falta poco; y así diciendo, precipitadamente se arroja al mar y la niña con la mayor naturalidad hace lo mismo. Los dos van nadando como maestros en el arte. Así nadando, nadando, llegaron hasta el islote Marotiri; el diablo subió a la cumbre del i¡:¡lote y la niña siempre detrás. Allí había otro diablo no ~an diablo, Máta-Máta-pea, her– mano de Rae- raehou. Ese le dice a la niña: Niña, ¿cómo has llegado hasta aquí?-Este me ha prometido

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz