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HISTORIETAS Y CUENTOS 37 pescador para reconocer la cueva del monstruo y definir la cla– se de animal que era. Al poco rato lo ven flotar con la rapidez que le permitía el agua; y, a juzgar por el aspecto de susto y congoja que mos– traba, pensaron en algún misterio infernal. Cuando se hubo calmado de su nervioso estado, comenzó a hablar diciendo : Yojuí directamente aobservar la cueva, cuandovi que salía de ella una descomunal langosta y se lanza sobre mí; no me cazó, por– que yo iba alerta y me escapé rápidamente, favoreciéndome el hecho de no estar todavía del todo juera de su cueva; por eso no pudo la cola funcionar libremente, pues rozaba en el labio de la misma cueva. . ¡Mira, mira que el diablo se hizo langosta; por eso se comió a tantos! .... Desde ese momento juraron todos castigar al monstruo lan– gosta con una muerte segura; pero ya nadie se atrevió a ten– tar fortuna, todos temían al diablo Langosta. El rey creía de su deber hacer desaparecer ese monstruo de destrucción, pensó en pescarlo él mismo. Para esto citó a todos los más valientes; acudieron al llama– do y delante de gran gentío, en el susodicho lugar, les comunicó su resolución: Sólo quiero que uno de vosotros se preste para examinar de lejos los movimientos de la langosta y la forma de la roca y la boca de la cueva; después, con las observaciones que me dé, entraré yo. Aplaudió al Rey la concurrencia y luego se prestó un kana– ka llamado Repa, que mereció también un ruidoso palmo– teo. Se sumerge: todos observaron silenciosos y con aliento repri– mido. Al poco rato sale con el aspecto sosegado y dice: He visto la roca, que es algo saliente con inclinación para aba. jo; la boca de la cueva es capaz para entrar dos cuerpos humanos,

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