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HISTOltllllTAI! Y CITJllNTOS ron nunca que {uera ser humano y, según cuenta la tradición, todos opinaban ser un lobo marino o foca, y se aprestaban a pescarlo apedreándolo; pero fué grande su admiración cuando ven que el supuesto lobo, sin recelo ni temor, se acerca a la ori- • lla y sale convertido en ser humano; y su admiración pasó de raya, cuando oyen decir al supuesto lobo: Araki-amki Tanga– roa mea, soy el rey Tangaroa. Llenos de asombro, dijeron algunos isleños al oírle hablar: Apakía reoqué. ¡Oh, habla como gente! Mas, pasado el asom– bro, instantáneamente, siguieron apedreándolo, pues no creye– ron fuera rey. Se suscitó una contienda entre los más pia– dosos (que eran los menos) y los más crueles (que eran los más). Los más piadosos querían fuese respetado el rey lobo como ser extraordt"nario, pues decían: Apakís reoqué, mirad que habla como gente. Por fin, en la contienda ganaron los más, y todos ya sm excepción determinaron hacer una gran comida, Tao-nui, con el rey lobo. Al efecto prepararon un gran Umu, o sea, curanto, para asarlo: y vivo aún lo meten al curanto, le envuelven con las piedras ardientes, ponen encima hojas de plátano y sobre eso una gran cantidad de tierra y arena para que lentamente se vaya asando. Pasaron unas cuantas horas, 5 ó 6, como es costumbre, y calculando que estaría bien asado, comienzan con la tarea de sacarlo del Umu para comerlo. Pero ¡cual fué su asombro al ver que el rey lobo estabavivo como cuando lo metieron! No hablaba, dice la tradkión pas– cuense, pero miraba con aflicc1ón. Entonces, más que arrepentidos, temerosos que les suce– diera alguna desgracia por lo que habían hecho con el que ya creían ser más que lobo, un ser humano de extraordinaria vir-

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