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DATOS Gl!INElRALlj)S 21 hojas de plátanos hasta cubrir bien las viandas. Sobre las hojas echan tierra o arena en forma de que todo quede bien tapado y no pueda salir el calor que debe estar reconcentrado en el interior del Umu, como en un horno bien tapado; de este modo todo se va cociendo lentamente. Pasadas seis horas, se calcula que todo está bien cocido; pero es el que hace de cocinero o dirige el curanto quien dará la señal del kai- kai o comida. No importa la hora, para los pascuenses nunca es deshora para comer; cuando hay se come. Mientras dura el cocimiento del Umu, ¿qué hace el gentío del duelo? Los más piadosos están metidos en el mterior de la dimi– nuta casa del deudo, donde está el cadáver cuando es de cuer– po presente ; le rezan y le cantan una afinada, aunque monótona lamentación; los menos piadosos, que son los más en número, están chanceándose al rededor del Umu y llegan a entusiasmarse tanto, que, olvidándose de la sene– dad del acto, a veces acaban por cantar y bailar su Upa-upa (danza indígena). Naturalmente, al darse cuenta de esto, los kanakas más piadosos, tratan de sosegar tan irreveren– te entusiasmo. Se dió la señal del kai- kai; el Umu está en su punto; todo el mundo se pone en movimiento y hasta los piadosos dejan su místico lamento para ir a rectbrr la ración de comida que les va a tocar: uno de la familia del difunto se cuida de sacar la mejor parte para el misionero y para la autoridad, que, aunque no estén presentes en su original duelo, les lle– van a su correspondiente casa para que participen del kai-kai funerario. Costumbres semejantes he visto entre los araucanos, que tuve ocasión de reprenderlos con éxito; y ahora, al verlas repetidas entre los kanakas de Pascua, a la vez que· alabé su piadosa práctica e intención recta, les reproché y reprobé la forma tan bárbara en que lo hacían.
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