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DATOS GlllN!!lRAt.lD!I 13 ción; por eso, dicen los kanakas, se ven tantas estatuas en los caminos caídas de espaldas y de bruces. Sigo citando al estudioso señor Gana, que dice: "No pu– dieron trasladar estas enormes estatuas rodándolas; pues, no se encuentran signos de mutilación en ellas; que por lo menos en la nariz presentarían alguna deformidad por el roce del duro y pedregoso camino .... " Digna observación, a la cual arguyo diciendo ¿y qué ;ncon– veniente hay en que rodaran el bloque o pedazo arrancado de la cantera y llegando al sitio determinado, tallaran ahí la estatua? Creo que no está tan desacertada mi opinión, ha– biendo sido los antiguos. isleños tan forzudos y robustos. Los toki o formones los llevarían al lugar del trabajo, como llevan nuestros operarios sus herramientas de una parte a otra; precisamente yo mismo he recogido varios de esos for– mones en los alrededores donde hay estatuas dispersas. ¿Por qué los habitantes kanakas de ahora no hacen estos trabajos de sus antepasados? ¿Son hijos de esos robustos padres que fabricaron tan enormes estatuas o son des– cendientes de otra raza postErior. habiendo mediado entre unos y otros un lapso o espacio de tiempo en que sólo las enor– mes estatua~ velaban en silencio la isla? A f'sto dicen con orgullo los actuales isleños que son des– cendientes de lo!:. fabricantes de las estatuas, pero que su raza está degenerada. En contra de esta presunción de los pascuenses no se halla runguna tradic;ón; ni fn los cuentos se descubn idea alguna que diga lo contrario: nadie cuenta que los pri– meros habitantes de la isla hallaran las estatuas Mohai. Todo lo contrario; los ancianos aseguran que sus padres hallaron la isla pelada y sin vegetación, con pura tierra no más y piedras esparcidas por todo el suelo. ¡Dejémoslos en su santa ilus1ón, nada p1erde la cienc1a! Si los actuales pascuenses no fabrican estatuas como sus antepasados, no lo creerán práctico ni útll: si, que suelen

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