BCCAP000000000000136ELEC

OCHO l\Lti!SES FlNTRE LOS PASCUENSES 177 con lo demás formé una tienda acl.onde todos acudían a com– prar. La plata la conseguían con el trabajo. Desde luego, por el acarreo de los bultos que desde la pla– ya me llevaron a la misión, les dí una buena propina y les dije: Con esta plata comprad ropa o lo que queráis en la tienda que abriré luego; y desde ahora, les agregué, os cito a todos al trabajo, pues hemos de hacer varias obras durante mi es– tada entre vosotros. Me entendieron, les gustó mi idea y al instante se ofrecie– ron para trabajar. Los dividí en grupos, unos trabajaban en el arreglo de las pircas o cercas, otros en la limpieza de terrenos y otros en la formación de la calle que hicimos desde la playa hasta la misión o plaza de Han-ngaroa. De este modo adquirirían plata para comprar las cosas necesarias. Y así resultaba que mi plata iba a ellos y de ellos a mí. Así, volvien– do a ellos otra vez, se constituyó como una rueda de trabajo y economías, y el resUltado fué el mejoramiento de la Isla y la educación de los pascuenses. En este estado de cosas dejé la Isla. La misma oficialidad de la Baquedano pudo ver los traba– jos que efectuaron los pascuenses durante los ocho meses que estuve con ellos. l. • La formación de la calle como de cinco cuadras de lar– go por veinte metros de ancho con sus pircas o murallas a los lados y dos aceras de dos metros de ancho cada una, con arbolado en sus bordes. Esta calle va de la playa a la misión o plaza y tiene su centro con lomo (bombeo), de modo que las aguas de lluvia corren por los lados, que están en forma de cunetas. 2. • La formación de una cancha de tres y media cuadras de largo por cuarenta metros de ancho, cancha que está pa– ralela a la ribera del mar y tocando con ésta. 3.• La limpia y plantación de tres cuadras del terreno mi-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz