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OCHO MESlllS .BINTRJ!l LOS PASCOENSES 173 En e ;e momento me acordé que el colono señor Elgueta, en– tendido en la materia, exclamóelañoanterioralllegar a la Isla y ver el pasto tan fresco y alto: «¡Oh, qué pasto tan hermoso! ¿Y dicen que no se produce el trigo aquí? Pues yo haré que se produzca donde está este pasto tan lozano; porque, si el pasto se produce, también el trigo». Sin atender a contrarias opiniones, sembramos el trigo, me– dia hectárea en el mes de Mayo, y una hectárea en el de Junio, con diferencia de 15 días. Llegó el mes de Noviembre, el trigo estaba excelente, ama– rillo todo, con abundantes y hermosas ~pigas, la primera siem– bra a· punto de segar. El administrador de la Sociedad me hizo visita precisamen– te en este tiempo, y le fuí enseñando mis plantaciones y si~m­ bras; al llegar al triPo, lo contempla silencioso, mientras yo le decía: «¿Qué le parece, señor? ¿Se da o no se da el trigo?» - Sí, afirma lacónicamente, sembrándolo a tiempo y cui– dándole, no niego que se produce bien. Expuesto esto, me diréis:-¿De modo que la Isla produce de todo? Es prel!unta que le hice de otra manera al señor Elgueta, co– lono que está muy al corriente en la agricultura y fué llevado con acierto el año anterior, por el señor Obispo. - ¿Qué tal, señor Elgueta? ¿produce esta tierra de todo lo que ha sembrado?- le pregunté apenas llegué, en este últi– mo viaje, a la Isla; y por contestación me dice: - «Huevos fri– tos que se siembren en esta Isla, se producen inmediatamente». Aspecto pszcot6gteo de los pascuenses Se ha dicho hasta la saciedad que los canacas son flojo.:;, po– co amigos del trabajo. Yo comprobaré lo contrario con hechos concretos. Los que así pregonan en contra de los pobres canacas, pare-

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