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16<! al administrador, le llamaban y saludaban diciendo: "Mr. Edmuns, Mr. Edmuns, wrana, wrana y nada veían ni oían, según dijeron después y la prueba es que no los atacaron, yen– do armado;. Los kanakas llegaron a sus casas con 60 cordews que se los repartieron, habiendosacrificado uno primero, en la mis:;t, co– mo el novillo anterior. Al acabar 1a semana se disponen pa– ra la tercera salida. Esta vez Mr. Edmuns se quedó en Mata– veri a pesar que le notificaron iban a robar. El robo subió a 60 novillo5. Acaoada la carne, o ,;ea, a la s~mana, mandó Anata otra vez a la gente a sacar o a robar animales sin cont1ariedad alguna; se trajeron 100 ovejas, hicieron el sacrificio consabido, y se repartier.:>n la carne. A los tres días llegó la Baquedano y en ella venía Merlet, soci0 de la compañía explotadora de tierras y kanakas. La Anata, al ver llegar el buque, instruyó a los kanakas pa– ra saber defenderse de sus robo.;. Les dijo que no ocultaran nada, que dijeran la verdad en dos palabra.:;::. Teníamw ham– bre y Dios nos inspiró hacerlo así». Es de notar que llevaron en procesión una arca, figura de la del viejo testamento, tratando de imitar a los israelitas. Esta arca estaba sin acabar cuando llegó la Baquedano. La profetisa Anata tenia la intención de hacer una solemne procesión, llevando dicha arca hasta la cumbre del cerro Tuutá– pu y colocarla ahí de fijo, para, de tiempo en tiempo, hace1 procesiones. La llegada de la Baquedano entorpe :ió su idea; aunque sin acabar c:>mo estaba el arca, fueron con ella en pro– cesión hasta el buque y la presentaron a la veneración de la tripulación que, dicho sea de pa.;o, se rieron de su fanatismo y sencillez.

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