BCCAP000000000000136ELEC

15¡:¡ RflllNVPINIDO Dl1l :F;STELLA qué debían hacer en caso tan apurado. Para ello duplicó sus oraciones; se la veía, más tiempo que de ordinario, metida en la iglesia; y a los demá,; aconsejaba fueran más piadosos y rectoa en su conducta para con Dio,; y sus prójimos. No era consejo ajeno al carácter de los pascuenses, que hasta cierto punto se mostraban fanáticos en sus actos religiosos. Se po– dría decir que el salvaje, cuando se dirige a la Divinidad, identifica su fe con la seguridad de conseguir lo que pide; y en consecuencia, todo el que no si~nte como él, debe estar maldito de Dios: por lo tanto, se creen con derecho a hacer desapare– cer de la vida a todos los que son de:>echados de Dios. Pero la Anata era de más elevado espíritu; miraba las o– sas bajo otro prisma de justicia y caridad. No deseaba el sufrimiento para nadie; por eso, dirigiéndose a los pascuen– ses, repetía -;on frecuencia: - «Notemais, Dios nos oirá y hará justicia; mas es preciso que vosotros desechéis los odios y deseos de venganza crimi– na!; de lo contrario, Dios nos puede castigar•. Hasta lo;; más exaltados se sometían a la voluntad de la profetisa; sus ame– nazas le,; hacia temer y todos esperan confiados en ella, que los va a salvar.... DE' pronto se siente iluminada, la Anata, y adiestrada por el oráculo divino. -«Escuchad, dice al pu~blo reunido a su alrededor, escu– chad, Dios me ha iluminado. Luego y lejos de aquí, habrá un naufragio; y a esta Isla llegarán casi muertos, doce de esos náufragos• . Lo decía con tanta solemnidad y con tal tono de divinidad, que nadie se atrevió a burlarse de su pronóstico. Los más presumidos y menos piadosos, llegaron a reírse de tal pronóstico, como dicho por una ilusoria fanática; pero, cuando menos pensaban, tuvieron que ·plegar las alas de su presunción... la profecía tiene cumplimiento. Poco tiempo pasó deapués que la Anata anunció su pro– nóstico, días no más. Desde el punto más culminante del ce-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz