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T,A .DICI:IA lllN UNA DESGRACIA 155 El reclamo del joven produjo su efecto, porque Mr. Edrnuns les mandó algo de carne que no la comieron pot ser de animal enfermo; esto conocieron por el color y por la poca came qu¿ tenía el costillar que les mandó. El costillar ese produjo in– dignación en la gente; pero en lugar de tirar la carne como mala, la colgaron para que la viera Mr. Edmuns; quien, al dar una vuelta por el trabajo, vió la crune colgada y, extra– ñado porque no la comían, dijo: -«¿Paraquépedís came si no la coméis?»-«¿Y quién co– me esa carne mala? dice el joven Ri10roka. Nosotros no que– remos enf.:rmarnos». -« ¡V~sotros sois unos chanchos y nada os hace daño!» Ofendido el joven pm esas palabras «Ud . .;erá chancho, que nosotros nó», dice con resolución. Ent.:mces Mr. Edmuns se adelanta sobre el joven y le da un fuerte golpe en la frente ~on la manilleta del chicote, que es de fi~rro ... El joven t::ayó al suelo aturdido; pronto cobró el sentido, se end~reza y con tal ímpetu se arrojó sobre Mr, Edmuns, que le tiró al .suelo, dándole puñetes en el 10stro; también perd1ó el sentido por unos pocos momentos el caballero y el joven aprovechando tiempo, huyó a toda carrera. No tardó en volver en sí y al ver que el joven se le escapa, saca su revólver y va a disparar sobre él, cuando un pascuense, Carlos Teao, se . avalanza sobre Mr. Ed.muns y le arrebata el revólver, diciendo a la vez: -«¡No señor, eso no se hace!» Mr. Edmuns, dice Teao, estaba tan nervioso que tiritaba, no se sabe si de miedo o de rabia. Ya calmado le entregó el revólver con toda caballeto.;idad. Per::> Mr. Edmuns no se tranquilizó; mandó al jefe de policía de la sociedad, Juan Tepano, que llevara preso a Mataveri al joven Riroroko; así lo hizo y mandó que le dieran cinco azotes: Fué bastante be– nigno aunque el porrazo que le dió con el chicote, fué solemne,
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