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150 DIRINVENIDO DE ESTELLA impedido para el trabajo, le obligaba a ir a palos, como lo hizo en una ocasión con un anciano que a palos le abrió la cabeza y de resulta de eso murió al poco tiempo. A una sir– viente kanaka, no se sabe por qué, llegó a hacerle varias heri– das a cuchillo en la cabeza. Yo mismo hablé con ella. Un día llegó un buque inglés; los kanakas viendo que no era buque chileno, no s~ entusiasmaron ni fueron al buque. El señor Cupe fué a bordo , volvió , citó a los kanakas , los reunió en la plaza y les dijo: <Todos ustedes tien~n que jun– tar sus gallinas, huevos, chanchos y camotes». <La gente dijo: - <No tenemos ;omestibles porque el fuego y los animales han acabado con todo». - «Pues, si para mañana no tienen sus gallina~. chanchos, huevos y camotes para el buque, les voy a quitar todos sus caballos. Dicho y hecho... El buque se tué llevando algunas gallinas y chanchos, aunque pocos; el señor Cupe, acto se– guido, quitó a los pascuens¿s 50 caballos, únicos que les que– daban, después de los anteriores 10tos. Seis meses después llegó el buque chileno la G. Baqueda- no. Reclamaron los pascuense3 y el tapitán no les hizo caso, y aprobó su proceder al señor Cupe. Al volver la Baquedano al continente se llevó E 1 señor comandante a Tueriveri. Quiso llevarse a Pakarati porque cuidaba la iglesia; pero, al saber que el señor Obispo de Tahiti le hab1a encargado de ella le dejó en la Isla. Cupe seguía siempre oprimirndo a los kanakas; les hacía trabajar y rara vez los kanakas reciqían plata por su trabajo; pues, por cualquier cosa imporúa multa y aún agregaba pa– loo y azotes hasta a los niños y niñas. Un día dió de palos a un niño de 14 años, le ab1 ió la cabeza, y 3U madre, Verónica Bornier de Araki, fué a quejarse a Cupe diciéndole: - «Por qué castigas a mi hijo de este modo?» y conte.stó: - «Porque no amarra bien la lana».
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