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144 BUONVENlDO DE l!ISTELLA medio día; a lo que argüía el subdelegado: no puedo pagar más, porque la sociedad no me permite. Por estas y otras contrariedades, el buen rey kanaka trató de presentarse a las autoridades de Chile para hacer justicia a su gente y ver modo d.e echar de la Isla a ur.a aociedad que tanto les malestaba y oprimía. Emprendió el viaje y llegó a Valparaíso en compañía de Juan Tepano, kanaka que hab1a estado en el continente tres años, y dos kanakas más. Al llegar a Valparaíso fueron a hablar con el señor Intendente, el que le arregló viaje a Santiago y buque para volver a la Isla....... Pero sucedió que en el hotel o casa pensión alemana, donde le a'=onsejó un conocido que se hospedara, se enfetmó repentinamente, cayendo al suelo como desmayado en el mismo instante en que iba a tomar el coche para ir a la estación y dirigirse a Santiago. Le acom– pañaba el alemán que le indicó el hospedaje que debía tomar en Valparaíso; ése alemán era amigo de la compañía y antes había hecho un contrato, vendiendo a la sociedad un terreno de la 13la que no le pertcneda. Al caer enfermo el rey, ese ale– mán lo llevó a la casa donde e'>taba hospedado, que ya era distinta a la primera; pues, en vista de que los diarios comen– taban el hecho de la petmanencia del rey en la pensión ale– mana, el alemán del cuento aconsejó al rey, a los dos días de su llegada, que cambiara de hospedaje, pues era cara la pen– sión alemana ($ 10); el rey se dejó dominar y engañar por ese ficticio amigo y lo pagó.... Los acompañantes del rey le aconsejaban que no consin– tiera la compañía de tal individuo Y. que no tomara licor; pues, podía ser envenenado; y aún agtegan los kanakas acompa– ñantes que me relatan esto, que varios ~hilenos del pueblo le decían al rey, al verlo pasar por las calles: «Ten cuidado, rey kanaka, no te vayan a envenenar» . El caso es que el pobre rey a los cinco días de su síncope estaba difunto. El señor Intend¿nte, según cuentan los acompañantes del

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