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LA JSLA EN MANOS 0111 LAS ATITORIOADES CIViLES J 3 l Habían pasado como tres años dec;de la entrevista que tuvo Bomi~r con el señor Obiapo en Tahiti. Ya los kanakas per– dieron la c~mfianza en ese hombre y poco faltaba para des– hacerse de él en la primera ocasión. Esto debía comprended:> Bomier, porque siempre andaba armado de rifle y bayoneta calada; mas esto mismo lo llevó a su perdición. La siguiente narración e.:; eltesultado de tres sesiones que tuvieron los jóvenes con los Korohuas =ancianos, hasta que por fin juraron decir verdad delante de una imagen de la San– tísima Virgen. HrsTORIA.-«Cerca de la casa de la administración en Ma– taveri, había una casa de un kanaka que trabajaba para Borniet: de esa casa salió un perro para Mataveri, husmean– do algo que comer; el perro se entretenía pasando de un lado a otro del jardín, ante la casa de Bornier; éste que lo ve, sale con su rifle calada la bayoneta, dispara y no da en blanco; vuelve a disparar y el perro huye ileso.... Bornier lo sigue y el perro huye hasta llegar a la casa cl.e su dueño, donde se cobija. B:>mier llega enfurecido, hasta la misma casa, en acti– tud hostil y con el rifle en forma de atacar. Es de advertir que entre los atropellos de este hombre, según cuentan los ancianos testigos, hay que señalar este otro; que sin consen– timiento del pascuense que habitaba esta casa donde entró el perro, B::>rnier retenía en su compañía a su mujer, es deci1, ~e la quitó porque le agradó, y en esto hizo valer su odiosa dictadura. Sigamos la historia del perro. En la actitud que hemos dejado a Bomier, oyen los kanakas sus exigencias. Eran veinte los que estaban dentro, y vieron extrañados a Bornier en estado tan violento. -Sácame el perro pata matarlo, dice con imperio ~No quiero, contesta con resolución su dueño. 9

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