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136 BIENVJ!lKlDO DE .l!lSTI!lLLA data de la misión y me dijo a la vez que, si B-:>rnier no devol– vía lo robado y segUia en sus maldade-5. . . . . . le diéramos ur buen escatmiento. Los mandatarios del señor Bomier respetaron las órd~nes del señor Obispo y se plagaron a Ruperto. Pero nada le de– tuvo al desalmado administrador; seguía como de costum– bre oprimiendo a unos y a otros hasta que por fin se llenaron los pacientes kanakas y reventaron; todos, poco a poco, se iban manifestando de.5contentos con él. Hacía de dueño absoluto de la Isla y ~ambiaba de rey, nombrando a quien ac le antojaba, derrocándolo cuando s~ le ocurría. Notó que los ánimos no eJtaban a su favor y, temiendo algo grav·e de parte de los isleño:;, para distraerlos y evitar el ~ligw, acudió a una estratajema. -Es~uchad, les dice; pronto llegará un buque enemigo vuestro con orden de mataros y sacaros de vuestta hla .... prepat ad. las armas y fabricad hartas flechas de piedt a, pOl– que .>i tooos os preparáis, ganaréis en la lucha; son chilenos los que vienen y quieren robar vuestra Isla. Los pascu~nses cayeron en el engaño y todos a porfía pre– paraban sus armas de piedra. Al ver estos preparativos, dos yanquis que, a la sazón estaban en la Isla, se movieron a compasión y dijeton a los inf~lices kanakas: -No os molestéis con tan inútil trabajo, pues no es cierto lo que os han dicho y aún, si fuete cierto, siempre sería inútil, porque en un buque de guerra vendría gente demás para su– perar vuestras armas. Con estas observaciones de los do;; yanquis, cesaron en sus preparativos bélico.;, y esperaron pat·a ver ai S::! cumplía la profecía de Bornicr, a quien cada vez le iban tomando más odio; para su desgracia lhgaron a saber que la idea de ptepararse a la defensa e1a con el fin de perderlos, pueJ si llegara buque chileno, al atacar lo.; kanakas, sin más, la tripulación se arrojaría sobre ellos incontinenti ....

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