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LA ISLA lllN .MANOS D» LA S AUTORIDADES CIVILES 135 mate~ al mismo Brand.er, quien tos pedía para sus labores de Tahití. Al poco tiempo de estos .;ucesos, arribó a la Isla un buque inglés; :.:hocó contra las rocas y ;;e abrió por medio; Bornier aprovechó el material, heciéndose una goletita en la que fué a Tahiti. VI - LA ISLA EN MANOS DE LAS AUTORIDADES CIVILES El señor Obispo de Tahiti, al sabet la llegada de Bornier, le mandó un aviso diciendo que quería tener una entrevista con él. Bornier acudió a la invitación. El señor Obi'5po le hizo cargoJ por. los sucesos y le dijo tenía que devolver todo lo usurpado a la misión con lo~ árbol¿s y demás plantacion~~. ¡Bueno! contestó lacónicamente Bornier, a todos los car– gos que :>e le hacían. Pero el señct Obispo, que dudó de la promesa d.e Bornier, llamó aparte a un kanaka de Pascua, que acababa de llegar d.~ dicha Isla en el buque del mi~mo Bomier, y le dice: «Si este hombre n:> cumple con lo prome– tido y sigue en sus injusticias, tú, Ruperto (así se llamaba el fiel kanaka), t.~ cuidas de hacerlo desaparecer». Entiendo, agregó el kanak, astlo haré. B01nier volvió a Pascua en ;;u misma goleta y el kanaka Ruperto también con él. Una vez en la Isla, Bornier no solamente no cumplió lo prometido, aino que contil"uó con sus atropellos y siguió sacando de la casa-misión lo poco que re~taba. ¿Por qué lleváis esto a Bornier? dice a los comisionados bornieristas, el fiel Ruperto. - Porque él nos mandó que así lo hiciéramos. - Pues, sabed que el señor Obispo me encargó que cui-
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