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132 11JE'\"VENIDO DEl ESTELLA aupo lo ocun ido y no teniendo dónde hosp~darse, se volvie– ron todos a Tahiti. V -COMO CUENTAN LOS KOROHUAS PASCUENSES EL TERCER VIAJE A LA ISLA DEL HERMANO EUGENIO Y LOS OTROS MISIONEROS En un tuqu !de dospalosllamadoMaríaPapaetellegó e! Her– mano Eugenio en compañía del Padre Hipólito y tr~s kanakaa de Man{;areva, llamado.; Papetati (qu¿ era jefe de policía), Aki1 ea y Arari. Todos vivían juntos cerca de la playa de Han– ngaroaen una casa demaderaquehicicron losmisioneros al ins– tante de llegar. Agregan los ancianos que el Padr ~ Hipólito lleva– ta vestido viejo (ropa de trabajo, dicen), y al desembarcar la carga, iba paseaPdo de un lado a otro con libro en mano para vigilar no robasen los kanaka.:;; mas, a pesru d.e su vigilancia, ro– baban, y él hacía 1 a vista gorda ... Al estar haciendo la casa de madera, vieron que le.:; fa1taba material para acabarla: se lo habían rocado los kanakas, por eso trataron de hacer casa de piedra, usando una cal especial que sacaban del mar (pzedra pu-nga=coral), que es abundan– te en la costa. Acabadas las casas, .;e dedicaron a enseñar la doctrina cris– tiaPa. A los seis meses de estar en la Isla, llegóun buque de tres pa– los; venia un misionero más, el Padre Catipare (Gaspar), que t1 aía 8,000 corderos, una yegua y un potro, dos vacas y un toro, y madera para hacer la iglesia, que es la a<.tual. El Padre Cati– pare fué a vivir a Vaihú, donde había muchos kanakas; ahí lle– vó los animales que trajo y también hizo .;u iglesia de tabla, que no existe ya: fué víctima del mandatario Bornier, que la destruyó. A los ocho meses d.e estar los padres misioneros en

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