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120 BllllNVJliNIDO Dlll l!lSTELLA 10 a 12 años de edad; a éstos se agregaron otros voluntaria– mente, a los pocos días de instalados en Baihú. Salmón preguntó a los niños, al ref;orrer la l 3la con ellos, «quiénes eran los dueños de los distintos terr~nos» . Y los niños le fuet on indicando los terrenos y sus correspondientes dueños, h cual Salmón anotaba en su libro. Una vez enterado de todo y queriendo conquidtarse la vo– luntad de los pascuenses, se propuso hacerles una fiesta ~on motivo de su cumpleaños; convidó a t0dos los más ancianos de la Isla y los citó a Baihú. Acabada la fiesta, en el mismo Baihú y ante,; de retirarse los kanakas, les preguntó Salmón: c¿Son vuestros estos te– rrenos?» y Jos ancian0s conte3taron: «Sí, nu~tros son». Los kanakas no sorprendieron la malicia; Salmón calló. Detalles: Entte la gente que asitió a la fiesta había una kanaka que tué distinguida pQr Salmón, dándole una frazada; admirada la kanaka por ese rega1o, exclamó diciendo: «Y esto ¿qué significa?» A lo que contestó Salmón: «Por– que llevas el apellido mío». A un kanaka obsequió con un pantalón, y el kanaka le dice: «Y esto ¿porqué?» «Porque eres padtino de la que lleva mi apellido». Al mes de esta fiesta preparó ctra, en la que hizo a Jos ka– nakas mucho., regalos de fósforos, cachimbas, tabaco, etc. Confundidos los kanakas por tantos obsequios, no sabían cómo corresponderle, y a5í dijeron a Salmón: c¿Cómo te pagaremos tantos regalo-3?» A lo que contestó: «No 05 apu– réis, en e1 tiempo de luná nueva se acostumbra en todo el mundo dar y recibir regalos; así vosotros podéis correspor.– derme con!huevos, gallinas y otras cosas».

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