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DATOS GENJI)RALBS 7 matá y material bruto de la misma piedra y algunos martillos de otra piedra dura de forma ovalada que les servían para fabricar sus armas, o hahae cómo las llaman ellos. Capas de estratificación no se encuentran en los suelos de la isla. He visto excavaciones de dos a cinco metros de pro– fundidad y no se registran capas de sedimentos, ni vetas divisorias de tierras chstmtas; toda la masa guarda el mismo color rubio-oscuro; solamente en ciertas partes de la costa o en las proximidades del mar se hallan terrenos de cascajo (ripio), a profundidad de tres y cinco metros y quizás más. Terrenos arcillosos no se descubren en la isla; quise hacer ado– bes y no me resultaron, porque en el barro no hay cohesión a pesar de mezclarlo con pasto muy fino, resistente y de gran flexibilidad; hice esta prueba con varias tierras y todas me dieron el mismo resultado; por eso, por más que llueva, nunca adquiere la tierra esa pastosidad que impide la siembra. Las cavernas o cuevas profundas y extensas que hay en gran número por toda la isla son ind\cios de una actividad ígnea general en todo el suelo en la época volcáruca. En la parte baja del volcán Ranoaroi, camino a la población de Hangaroa, el suelo es casi todo hueco; al ir de a caballo, retumba cual si se pasara por sobre bóvedas de tecbumbre delgada. Por esta razón las aguas de lluvia se almacenan bajo ese suelo en gran cantidad, y se pueden aprovechar, pues, abundando las cuevas que tienen fácil acceso, se pueden sacar de ellas las aguas para beber, lavar, etc., etc. Es tanta la cantidad de agua que se reúne en esas cuevas, a causa de las continuas lluvias, que hay cuevas con dos o tres metros de profundidad, algunas comumcadas entre sí por estrechas gargantas o pasadizos naturales, que los más valientes kanakas las pasan a nado. Muy bien se po– podían colocar en esas cuevas bombas, perforando la delgada capa de roca que tienen de techo esos depósitos naturales de agua pura y nítida. Son aguas muy apreciadas por los natu-