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106 BlliilNVliiNlDO DE ESTELLA Sagrado Corazón; hicimos tres proce:>ionea; arreglé y bendi– je todo.> los matrimonios y los envié a inscribirse en el Regis– tro Civil. -Y, ¿a qué hora comen ustedes? - Ina kai-kai ¡No hay comida! Y es la verdad, la triste, la tremenda verdad. La gente de Pascua no tiene qué comer. Unos pocos plátanO<), unos cuant0s camotes, otra.; raíces silvestres; de tarde en tarde, algún pescado crudo o mal co– cido y los más atortunados logran al~ún pedazo de caña de azúcar para chuparla... Carne nunca o casi nun.::a ¡El pan y la harina son desco– nocidos. No hay ni maíz, ni papas, ni arroz, ni café, ni te, ni mate. . . ni nada! Desde hace veinte años, los médicos que arriban a la Isla en los buques que la visitan, vienen consignando en sus in– formes: cque la raza degenera fisiológicamente, porque está alimentada deficientemente». Si esa población viviera en un desierto árido, en una tie– rra pobre, yo me contentaría con lamentar su miseria y su desgracia Pero esta gente vive en la más fértil de todaa las tierras del mundo y en la mayor y en la más injusta de las miserias. Han sido privados de cuanto tenían, han sido engañados y robados miserablemente, han sido tratados como esclavos. ¡Cuán grato habría sido para mí poder callar todo esto! PelO, ¿podría acaso yo abandonar, por consideraciones peraonales, la defensa de los pobres que no pueden tener otro que los de– fienda? Ya el Gobierno ha dado el primer paso y yo pido a Dios que bendi!Ja al Excmo. señor Presidente y a su ministro de •

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