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104 Bll!lNVENIDO Dlll lllSTlllLLA hombre excelente, de criterio sano. de corazón puro, de alma nobiHsima. Fué sacri ;tán de los misionercs y dedde que éstos se reti– raronquedó a <..argo de la iolesia y es el catequista de la Isla. El toca ias campanas, preside las oraciones, hace exhorta':io– ne.> s~ncillas y oportunas, bautiza a los niños, presencia y autoriza los mahimonios y prepara a bien m01 ir a los enfermos. Cumple su debet con tranquila .5encillez, con admira– ble puntualidad, con piedad y celo insuperables. T.:ngo para él un sitio muy especial en mi corazón d.! Pa:>tor. Si Pakarati es e1 jefe religioso de la Isla, Juan TepanJ ec; el caudillo pJlítico. Hombre moderado, prudente, po.>ee lo que puede llamarse el sentido de la vida y habría sido un opor– tunista en UP escenario político más adecuado. Juan Tepano es joven, de 36 años, hizo su servicio militar en el regimiento Maipo y el aprendizaJe que se le aió allí y la cultura que ad– quirió, añadidos a .m tal.::nto, honradez y espíritu de inicia– tiva, es lo qu~ le ha dado una situación preponderante en la l _,la. JuanTepano es casado y tiene varios hijos; sostiene ade– más a su madr~ que es viejecita a una tía y a una hermana. - Juan, le dije un día, te voy a hacer un buen regalo: mi ropa de militar. No podía hacerle un obsequio más de su agrado; vino lu.!– go a buscarlo y le dí mi cucalón, mi guerrera, pantalones, polairas, zapatos amarillos, espolines y huasca. Tepano se fué feliz con el presente. Creí que media hora de.>pués se pondría mi ropa; pero P.i aún al día siguiente apareció con ella. Lo llamé nuevamente y le dije: -Juan, ¿no te gustó la r<;>pa? ¿Por qué no te la pones? -Sef.or Epikopó, me queda grande, usted es más gordo y mi mujer me la está arregland:>. El viernes me la pondré.

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