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CONSIDJ!lRAOJON.IllS .B!XPUl!lSTAS 97 Un joven oficial que había he<.ho el viaje m la O'Higgins y que volvió años más tarde a la Isla, se llenó cl.e entusiasmo por Pascua y logró comunicar sus sentimienbs al Presiden– te Balmaceda. Este marino, hombre de talento y de corazón, patl iota abnegado que ha hecho grandes servicios al país y que vive en un modesto retraimiento, ocupado sólo en hacer el bien a sus semejantes, es cl.on Policarpo Toro Hurtado. En 1887 el nuevo Vicario de Tahiti, Monseñor Verdier, frar.cés (OmO su antecesor, escribía al señor Arzobispo CaJa– nova para facilitar la realización del propósito que tenía Chile de hacer efectiva la soberanía nominal sobre la I.>la. Entre tanto ~1 Capitán Toro hada las gestiones necesa– rias para dicho objeto y, después de varios viajes a Tahiti, compró para el Gobierno de Chile lail propiedades de Pascua, obtuvo la cesión de los objetos destinados al culto en favor del Atzobispo de Santiago y el 9 de Septiembre de 1888 tomó :;olemne posesión de la soberar.ía de la Isla de Pascua en nom– bre de la República de Chile. La población de la Isla era entonces solamente de 185 ha– bitantes. Monseñor Verdier había ido a visitarlos a comienzos del miilmo año para impulsarles a aceptar guiltosamente la so– beranía de Chile. La misión había sido abandonada pocos años antes, pOl– que los misionero.> no tuvieron quien los amparase de los atropello'3 que contra ellos cometían de continuo un comer– ciante francés y Mr Bomier, que se había establecido en la Isla en 1868 y que pretendía haberse casado con la Reina Koreto. En el senado francés Monseñor F1eppel interpeló al Minis– tro de Marina, Almirante Krantz, sobre la scberanía de Pas– cua {que es, dijo el Obispo, la llave de la navegación entre Panamá y Australia»; pero el Gobierno francés manifestó que no existía interés para Francia en esta cuestión, por estar la

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