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92 BlENVlliNIDO DE ESTELLA gó a la Isla fué la fragata Colocolo en 1850, al mando del Capi– tán don Leoncio Señoret. Pero nada he podido averiguar con certeza de semejante ex– pedición. En 1862 el Capitán de Fragata señor Lajeune, comandante del Cassini, llegó a las costas de la Isla. Pero el Gobierno fran– cés no hizo ningún acto de jurisdicción sobre esta tierra. Los buques franceses, ingleses y norteamericanos que después es– tuvieron en la Isla, la consideraron r.:omo tierra independiente y en los actos notariales de Tahiti se cobraban por las ventas hechas en Pascua los tlerechos correspondientes a las ventas hechas en el extranjero. El Cassini vino de Pascua a Chile. Sus jefes y ofi.cialea hicie– ron relatos maravillosos de la Isla, de sus monumentoa, de sus riquezas, de sus habitantes y de sus costumbres salvajes. El relato de Lajeune llegó a oídos de los industriales que ex– plotaban las guaneras del Perú y a los de un francés, modesto obrero mecánico que ejercía su industria en Copiapó. ¡Cuán distintos fueron los sentimientos que se despertaron en el uno y en los otros! Mientras el corazón de Eugenio Eyraud-así se llamaba el industrial francés de Copiapó-ardía en deseos de llevar la luz de la fe y de la culturá a esos salvajes, los explotadores de las guaneras peruanas vieron en los datos del Comandante del Cás– sini un nuevo estímulo a su codicia. Equiparon los concesionarios del guano varios barcos y en ellos llevaron en 1863 al Perú por el engaño y la violencia a cer– ca de mil habitantes de Pascua, los más jóvenes, sanos y ca– paces. En el mismo año Eyraud, que, paraentrar de hermano lego a la CongregaciÓn de los Sagrados Corazones, había renuncia-
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