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84 BI.ElNVIllNIDO Dlil ESTELLA que algo más largo, comandaba la Baquedano otro distingui– do marino, el Comandante don José Toribio Merino y super– sonal de oficiales no era menos simpático y estimable. En este viaje iban a bordo las dos familias chilenas que de– bían establecerse en la Isla y una comisión sueca de la Uni– versidad de Upsala que había de hacer en Pascua algunos in– teresantes estudios científicos. Esta comisión estaba com– puesta del Profesor Skoltzberg, de su distinguida esposa y de su ayudante, el jóven Core Baxtron. En un vapor de la carrera habríamos llegado en poco más de una semana y en uno de los veloces barcos modernos el viaje se habría podido hacer en cuatro días: al hablar de Pas– cua es menester no olvidar que nuestro siglo es el siglo de las v~locidades y que, a medida que éstas aumentan, las distan– cias disminuyen. Pequeña y solitaria, la Isla de Pascua ha sido llamada con justicia el "misterio del Pacífi~o". Su forma es casi de un triángulo, y está compuesta de lo– majes suaves, cortados a pico en la orilla del mar y que sólo en algunas partes presentan reducidas playaa. Sus radas son abiertas y mal defendidas; pero en cualqu1er época del año se puede atracar en toda clase de embarcaciones po:c la parte de la Isla que queda a sotavento. Tiene Pascua poco más de catorce mil hectáreas de tierras. cultivables en toda su extensión. En esta p~queña superficie hay siete grandes volcanes y muchos otros más pequeños cuyo conjunto constituye la ma– yor hermosura natural de Pascua; los tres más grandes ocupan los vértices del triángulo que forma la Isla y llevan los nom– bres de Rana-Kao, Utuiti y Haruí. Desde la cumbre del volcán Rana-Kao, el mayor. aunque

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