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82 BllmVJIINlDO D» ESTBILLA El4 de Julio partimos de Arica en demanda de Pascua, a bor– do del buque-escuela General Baquedano. Durante el largo viaje tuve repetidas ocasiones para apre– ciar el modo con que nuestra marina de guerra completa la for– mación de sus oficiales en los cursos de instrucción de guardias– marinas. A bordo, estos jóvenes llevan una activísima vida de estudio y de trabajo: tan pronto en clases y conferencias, como hacien– do guardia de navegación o tomando parte en los ejercicios de los palos y de las velas, su inteligencia, su carácter y hasta su mismo físico van, día por día, recibiendo el sello que caracteri– za al marino. Por la mañana muy temprano deben abandonar suscoyes (especies de hamacas en que duermen como los mari– neros) para bañarse y comenzar sus ejercicios, subiendo hasta los extremos de los palos y de las vergas para dar y recoger el velamen; despué<; de la revista diaria tienen sus clase" y con– ferencia<> sobre todos los ramos profesionales; hacen guardia d~ día y de noche junto con los oficiales; enseñan gimnasia a la tripulación; y en las tardes toman parte juntamente con ella en lo.; ejercicios generales. · «¿Ha visto Ud. el ejercicio de «hombre al agua», me pregun– tó el comandante a los pocos días de salir de Arica; y, sin es– perarmi respuesta, tomó un salvavidas y lo lanzó al mar al mis– mo tiempo que gritaba: «¡hombre al agua!» Inmediatamente el oficial de guardia puso toda la tripu– !ación en movimiento; se dió la conveniente dirección al ti– món, se cambió la de las velas, y el buque comenzó a dismi– nuír su andar; entre tanto un guardia marina y el número conveniente de marineros se habían lanzado sobre una de las canoas salvavidas y, mientras otros la arriaban, entre peligro– sos tumbos, el buque estaba .detenido ya y la canoa comen– zaba a alejarse en busca del hombre caído, representado por el salvavidas. El guardia marina iba sobre el timón buscando en el horizonte el náufrago que debía salvar y los marineros