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CONSIOI!lRACIONES EXPUESTAS 81 mas, que respondieron generosamente a mi demanda en favor de los más desamparados de la tierra. De nuevo mis agradecimientos para todos los que, con una caridad que Dios ha de recompensar, como Ello ha prome– tido, han ejercitado con los habitantes de la Isla de Pascua todas las obras de misericordia. Después de mi segundo viaje a la Isla he pensado que sería interesante publicar una información sobre ella, destinada, nó a un grupo determinado de personas, smo a todos mis com– patriotas. Este es el origen d~ la presente publicación. La Isla de Pascua es la más apartada de las tierras del mun– do habitado. A dos mil treinta y cinco millas de nuestra costa y a más de mil setecientas de la isla Tahiti, perdida en medio de la sole– dad del océano, se levant.l como un punto de refugio para los náufragos: sus antiguos habitantes la llamaron «Toe Pito te henúa:., (entrañas) y también «Rapa Nui» (tierra grande): actualmente es conoc1da con el nombrt> de Isla de Pascua. Está situada en el mismo paralelo de Caldera (27°10' de latitud s. y a los 109°21, de longitud Este del Meridiano de Greer.vich), en la región cuasi tropical en que se terminan los vientos alisios y en el c~ntro de la corriente oc~án1ca que des– ciende del Ecuador a las regiones polares del Sur. Muy ran vez llega <~lgún barco hasta Pascua, y la rut.i or– dinaria de los buques que van a Australia pasa a más de tres– cientas millas de nuestra lejana y pequeña colonia. Está la Isla de Pascua diezveces ·más distante de Valparaí– so que las de Juan Fernández y más vecina de la Polinesia que de nuestra América y en la mitad del camino de Australia a Pa– namá.

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