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-77 - bre el duro suelo, sin tener siquiera un mal petate que lt> preservase de la humedad, cubriéndose solamente con una manta que le había enviado un cuñado suyo. Por esto y por haber estado en una habitación extremadamente húmeda, se agravó su dolencia de los riñones. Aquí ejerció su ministe– rio sacerdotal, confesando a bastantes de sus compañeros de prisión que en aquellas críticas circunstancias se daban por muy contentos con poder recibir la absolución de sus pecados. EN SAN ANTON En la Cárcel Modelo permaneció hasta el día 12 de no– viembre, en que, comenzada su evacuación a causa de la pro– ximidad de las tropas nacionales, es trasladado a la prisión de San Antón, sede hasta el 20 de julio del antiguo y famo– so colegio de Padres Escolapios. También aquí se le ofre– cieron frecuentes ocasiones de ejercer fructuosamente su ministerio sacerdotal, confesando a muchos de sus compa– ñeros ele sufrimientos, a los que animaba a llevar con resig– nación cristiana las vejaciones, penurias y malos tratos de que eran objeto. Estaba en la misma sala, una de aquellas salas que antes servían de clases, con otros treinta; para todos era el P. Ra– mi ro el ángel consolador. Cuando Fr. Balbino de Ferral, que ya se encontraba en San Antón, se percató de que allí se en– contraba también el P. Ramiro, le proporcionó en seguida un petate; él lo compartió con otros tres, aunque solamente podían colocarse en él de medio cuerpo para arriba. Lo mis– mo hacía con la manta, no obstante que, como ya hemos di– cho, hacía ya años que padecía del riñón, padecimiento que se agravó con las incomodidaKies de la cárcel. Y, a pesar de todo, sabía llevarlo con resignación, sin perder un ápice su conformidad en la voluntad de Dios. Prueba ele ello es que, habiendo por aquellos días esca– seado el pan, •de tal forma que solamente se daba a los pre– sos un cuarto rl~ libreta para todo el día, el P. Ramiro pr::>-
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