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-75- -A ver: ¿qué dinero llevas? - Aquí tienen todo: solamente cincuenta pesetas que me dieron al salir de casa. Y así, por este estilo, le hicieron otras muchas pregun– tas capciosas sobre sus ocupaciones, trabajos, si confesaba, etcétera. Y no contentos con esas manifestaciones, le volvieron a someter al mismo interrogatorio hasta tres veces: todo con la intención de poder sorprenderlo en alguna contradicci~n y, más que todo, llevados del deseo de saber el paradero del' Su– perior y de los demás religiosos. Pero él declaró siempre 1o mismo y mantuvo cuanto antes había dicho. Le condujeron luego a uno de los sótanos, donde había otros varios detenidos; a lgunos de· ellos fueron sacados ele uno en uno, y a los pocos minutos se oían en el sótano conti– guo las detonaciones, indicadoras de la suerte que habían co– rrido. NOCHE DE TORTURA Uno de los milicianos que le costudiaban en el sótano, fué para él un verdugo de corazón de hiena; no contento con in– sultarle continuamente, cada vez que se oía una descarga, le repetía : "¿Has oído? Ahora te toca a ti ... " Por fin, a eso de las tres de la madrugada, le llaman efec– tivamente y aquel cínico miliciano, por última vez, le dice: · "Ha llegado tu hora ... prepárate". Creía que le sacaban para matarle. No fué con todo así: en vez de llevarle al sótano de· las ejecuciones, le presentaron de nuevo ante el tribunal. Se le hizo por cuarta vez el mismo interrogatorio, y como a todo contestase el P. Ramiro cual lo había hecho ya antes, sin ne– gar en modo alguno su condición ele religioso y sacet~dote, el presidente del tribunal toma la palabra para decirle que, por haber ha;blado con franqueza, diciendo siempre y en todo la verdad de lo que era, le perdonaban la Vbda y le llevarían, en cambio, a la Dirección de Seguridad. A las cuatro de la ma– ñana salió ele aquella checa en un coche y acompañado de dos
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