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- 54- darles la absolución, dirigiéndose al teniente coronel le dice: "¿Desea usted comulgar?" "Sí, señor", contesta con anhe– lo el oficial. "Pues comulgaremos", repl ica el P. Fernando. y, tras unos instantes de silencio, añade: " .. .pero espiritual– mente" o En pocas palabras le explica lo que es la Comunión espiritual. Después ... unos momentos de silencio, de recogi– miento, de emoción profunda y 1durante ellos comulgan en espíritu, con el deseo, con el afecto .. . Serían las ocho ~e la noche aproximadamente cuando los detenidos reciben orden de reunirse en una sala, y de dos en dos, a pie, fuertemente custodiados por los milicianos, van saliendo en dirección ele Bellas Artes, donde tiene su asiento la criminal checa. Allí se les señala una espaciosa sala, don– de permanecen en emocionante expectación hasta las once de la noche. A esa hora comienzan las llamadas particulares, los intt>rrogatorios, las ·declaraciones, y tras ellas se entrega a cada uno una papeleta en la que, sin él saberlo, va consig– na·d'a su sentencia ele vida o muerte. . El primero ele los religiosos en prestar declaración fué el P. Fernando. Lo que se le preguntó, lo que contestó, lo que elijo ante aquel ridículo tribunal, lo desconocemos, ya qne después no se le permitió hablar más con sus compañeros : se le señaló una habitación aparte y en ella esperó la hora en que su nombre resonara por última vez, para decirle que se preparase y subiese a un coche. El otro religioso, Fr. Roberto, llamado también a decla– rar más tarde, no logró verlo; en cambio pudo salvar su vi·da, gracias a la intervención ele un vasco que formaba par– te del tribunal y que, al darse cuenta por los apellidos, rle que Fr. Roberto, natural de Eranrlir o 1() era también, inter– puso su valimiento para que nada le sucediese. Y E N U N GLORIOSO ALBOREAR DE AGOSTO... Eran poco más o menos ias tres d:e la mañana del día 1 2 de agosto, la hora en que acostumbraban tener lugar los sar-

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