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- 36- parecido al del Mártir del Gólgota: hacer un acto heroico de caridad, perdonando a sus enemigos. No faltó, a l parecer, alguno de aquellos milicianos de no tan malas entrañas, que movido a compasión 4d'ijo a sus com– pañeros: "Pero, ¿por qué vamos a matar a este pobre hom– bre si no ha hecho mal alguno?" A lo que otro replicó furi– bundo: "¿Perdonar a éste? ... Mil vidas que tuviera, mil vi– das le quitaría" . "CERCA DE LA ERMITA DE SAN ISIDRO"... Sea de ello lo que fuere, lo que sí podemos asegurar con toda certeza es que su cadáver fué recogido en las primeras horas de la mañana del d'ía 31 y llevado luego al Depósito, donde le sacaron la fotografía que reproducimos. En esa misma mañana, al mediodía, se encuentran to– mando el vermut algunos milicianos en el bar que hace es– quina a las calles del León y Huertas. Conversan amigable– mente entre sí y cada uno cuenta sus hazañas. Uno de ellos dice: "Ahora la van a pagar tO'dbs". "Sí-replica otro-: precisamente anoche hemos sacado ele esa Pensión de San Antonio al dueño y a un sacerdote; por cierto que al sacerdo– te le hemos pegado un tremendo trabucazo y le hemos saca– do hasta el corazón". Don Francisco Ocaña Téllez, cape– llán castrense y coronel retirado, que presente se hallaba, al darse cuenta d'e que se trata del P. Andrés, les preguntó con curiosidad: "¿Y dónde le habéis dejado?" A lo que el mi– liciano respondió: "Allá ... en un prado muy grande ... alg-o iejos ... cerca de ... " "De la ermita de San Isidro"-añadió el sacerdote. "Cierto-dijo el mil iciano--, por allí". Al mencionado capellán, muy conocido por los dueños de la Pensión de San Antonio, le faltó tiempo para ir a comu– nicárselo, y aunque es verdad que dicho saceJ 1 d'ote murió el 6 ele enero de 1937 y ele él no hemos podido tomar otros in– formes, que quizás pudo también recoger en aquella ocasión. todas las personas que presentes estaban cuando comunicó

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