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-35 - nido el P. Andrés, habiéndoseles contestado pasaba.n ya dos horas, dejaron entrever su pesimismo d'c que se pudiese ha– cer algo. No obstante. acompañados de D. Maximiliano González, fueron primero a la Comisaría a prestar declara– ción, luego a las Salesas a denunciar el caso; recorrieron, asimismo, otros centros; pero sin resultado alguno positi,·o. Al siguiente día, temiendo fundadamente por su suerte, vi – sitaron algunos cementerios, vieron los muchos cadit\·eres que en los depósitos había; pero el del P. Andrés no apare-– ció en ninguno de ellos, o, por lo menos, no pudieron identi– ficarlo. No obst:lnte las muchas investigaciones que se hicieron para saber la suerte que había corrido, así durante la guerra como desp,ués de la liberación, no se ha podido lograr ten~r noticias ciertas sobre el camino que recorrió, y más que todo de los centros d'onde estuvo antes de su muerte. Han corrido sobre ello muy diversas versiones, muchas de ellas creación, sin duda. de supuestas conjeturas que nt> tienen, que sepamos, fundamento alguno. Sin embargo, va– mos a recoger alguna .que nos parece muy verosímil y muy conforme con el carácter del P. Andrés. Es atribuída al chófer que conducía la camioneta, y nos dice que cuando le llevaban a fusilar, dándose..cuenta de su situación, sacó el Crucifijo-cosa muy verosímil, pues como ya dijimos, lo llevó consigo, escondido en la manga-, y te– niéndole entre sus manos, lo miraba fijamente, ajeno en un todo a cuanto a su alre'd'edor pasaba, rezaba y se encomen– daba a Dios; y, al mofarse ele él los milicianos. no respondía sino estas palabras: "Perdónalos, Señor : no saben lo que hacen". Palabras dignas de un mártir que, al acercarse a la muer– te, se abstrae de las cosas de este m'undo: nada le llama ~a atención, nada le preocupa ya; no piensa sino en su alma _y en su Creador, a quien va a ofrecer su ,-ida: y. si dirig-e toda– vía una mirada a los hombres, es porque algo le falta aún pa ra que su sacri (icio sea más compkto, más sublime, mú .;