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- J O! - teramente regular : se hacían los ratos señalados de orac:ón · mental, se rezaba el Oficio divino y el Santo Rosario, se hacía la lectura espiritual, se decía la Santa Misa, se comul– gaba, se t!:!nía el recreo en común, etc. UNA GLORIA SINGULAR Pero, sobre todo, tienen los religiosos de Bilbao una gloria singular, y es el haber sido en cierto modo como el paño ele lágrimas de muchos de los religiosos de los conven– tos de Montehano, Santander y hasta de Gijón, portándose con ellos muy cariñosa y fraternalmente. En efecto; en Bilbao, y entre los religiosos de dicho convento y gracias a las gestiones por ellos llevadas, pudie– ron encontrar en las casas hospitalarias de los bienhechores refugio seguro cuantos religiosos de los mencionados con– ventos, en número de treinta y seis, pudieron trasladarse a b. capital de Vizcaya. Allí se les proporcionó hospedaje, se repartieron con ellos los pocos alimentos de que se disponía, se convivió fraternalmente como si fuesen miembros de la misma comunidad. Y así hasta terminar la guerra; mejor dicho, para muchos, hasta obtener el permiso necesario para marchar de Bilbao en busca el(' refugio en Francia, que más bien que refugio fué un paso obligado y necesario para po– der salir a la España de Franco. Con ellos pudieron marchar también algunos de la comunidad de Bilbao. Los otros, los más, tuvieron que seguir aquí, expues– tos, como (iijimos, a mil sufrimientos, a detenciones y hasta h misma muerte; no faltó quien estuvo a punto de encon– trarla por haber caído en manos de los de la F. A. I. o de los comunistas, por ser tomados como espías o por cualquier otro pretexto, y más que todo, en aquellas últimas horas, antes de la caída de Bilbao en poder de las tropas naciona– les, en que la población vivió momentos de verdadera agonía. Sin embargo de todo, no hubo que lamentar ninguna Yíctima; si tan sólo la baja de un religioso, F r . Luciano de

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