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- JOO - VIDA DE SUFRIMIENTo· Los religiosos se distribuyeron en casas de bienhechores, donde se refugiaron en los primeros momentos y donde fue– ron cuidadosamente atendidos. Aun en ello se mostró la crueldad df! Heliodoro de la Torre, que llegó a prohiberles vivir reunidos en un piso o casa alquilada; debían estar diseminadl'S, de uno en uno o, a lo más, de dos en dos. Para la mayor parte de ellos había comenzado una tra– gedia que se prolongaría durante once meses. Unos, los jó– venes, novicios Coristas y varios Hermanos Legos, se ven obligados a soportar el terrible sufrimiento de vivir varios meses en sótanos por temor a que les obligasen a ir al fren– te; otros estuvieron expuestos a la muerte al ser detenidos por elementos de la F . A. I. En cambio, la mayoría gozaron de relativa calma, pudiéndose dedicar incluso algunos Pa– dres al ejercicio de sus ministerios, de predicación y con– fesión. Todos, sin embargo, tuvieron que sufrir la carestía de muchas cosas, aún necesarias. ¡Y cuántas veces se vieron obligados :l cambiar de domicilio! En ocasiones, porque las familias .donde se hospedaban temían las amenazas de los rojos; en algunas, porque no tenían qué comer, y, en otras, por exigencias de las circunstancias. Para solucionar el conflicto de la alimentación se vieron forzados a esperar en las colas desde el P. Guardián hasta el último novicio, y por contentos se daban si así podían encontrar algo. Por esa c:tusa, y apremiar grandemente la necesidad, fué necesario colocar alt;unos novicios, corist~s y legos en los caseríos de los pueblos cercanos a Bilbao, para que se ganasen el sus– tento con el trabajo de sus manos; igualmente, y por el mis– mo motivo, otros varios se colocaron de enfermeros en el Hospital. Tenían asimismo tres casas o pisos exclusivamente para los religiosos, donde vivían unas veces, y siempre acudían allí para celebrar la Santa Misa. Venían a ser esos pisos a modo de reducidos conventos, donde se llevaba vida casi en-

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