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-23- APOSTOLADO: PREDICACION Y CONFESONARIO :Por último, no podemos omitir el hablar de su apostola– do. Ciertamente que no fué el apostolado de la predicación la nota distintiva del P. Andrés; no tuvo tampoco tiempo para ello. Sin embargo, forzoso es afirmar que, no obstante sus múltiples ocupaciones de Profesor y Cronista, supo de– dicarse también a la predicación, lo mismo de sermones suel– tos que de novenas y Misiones, principalmente en Vizcaya, Santander, Asturias, Madrid y Toledo. Son bastantes los sermones manuscritos que de él se conservan en el Archivo, y asimismo dió a la imprenta un tomo sobre asuntos predi– cables, cuyo título es: Jesucristo, luz del 1nundo, Madrid (s. a.). Pero donde más tierna y eficazmente se manifestó el apostolado del P. Andrés fué en el confesonario: fué la ta– rea que, sobre todo mientras estuvo en Madrid, más le ocu– pó y a la que dedicó la mayor parte del tiempo. Muchas y muy principales fueron las personas que con él se confesaban y que le recuerdan con afecto sincero y pro– fund-o, a las que él consoló, animó y ayudó, lo mismo en sus empresas espirituales que materiales. Allí, en el confesona– rio, era donde su corazón, tierno, amable, comunicativo, de– rramaba toda la dulzura y terneza del más cariñoso padre sobre otros corazones necesitados de consuelo y de una pala– bra alentadora, sin perdonar sacrificios, sin demostrar mo– lestia alguna, acogiendo con bondad a los pecadores, sin can– sancio, sin disgusto, con afable semblante, con palabras lle– nas de amor. Recuerdo a este propósito haberle oído contarnos, como la cosa más natural, que estando de residencia en Bilbao ha– bía tenido que oír la confesión de un caballero que había tar– dado más de tres horas largas, leyendo ante él todo un cua– derno, lectura que él escuchó con suma paciencia, n<> obstan– te que sus ocupaciones le llamaban imperiosamente a otra parte, pues la Comunidad se había ya retiraoo.

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