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-295- Cicer'J. Aquí esperaba con cruz alzada la Comunidad de Montehano y varios religiosos en representación de los con– vento~ de Bilbao y Santander. Se formó luego un cortejo brillantísimo, en el que to– rnaron parte los párrocos de Santoña, Escalante, Cícero, Gama, Argoños, Colindres, Castillo, Treto, Noja y Ambro– sero, las a11toridades civiles, jerarquías locales y nutridas representaóones de música de la Falange de estos pueblos, <.•tros muchos sacerdotes y una muchedumbre numer.:>sisi– ma, llegad:L de los pueblos próximos y hasta de Bilbao. Al compás de tambores y cornetas que sonaban a ho– mPn:lje, entre murmullo de encendidas plegarias, los res– tos venerandos fueron conducidos a la iglesia de Monteha– no. A continuación se celebró un solemnísimo funeral, al que asistieron, además ele las personas que formaban en el cor– tejo, varios concejales ele Santoña, el Subdelegado de Sa-. nicad y otras representaciones. Jóvenes falangistas recientemente llegados del frente y Ja Sección Flechas de Cícero escoltaron la carroza e hicieron la guardia del túmulo duran te la ceremonia religiosa. Terminada la Misa, el P. Laureano de Las Muñecas, Capuchino, del Servicio Religioso de Falange, muy emo– cionado, pronunció un jugoso discurso, enalteciendo las vir– tudes ele los dos religiosos caídos y excitando a su imita– ción, como medio el más eficaz de forjar la España Im– peri:d y de labrarse una corona ele gloria imperecedera. El traslado, más que fúnebre, ha sido glorioso. El flamear de numerosas banderas de esta España nueva; el desfilar, brioso y marcial, de los pequeños hombres de la Pa– tria; los alegres sones de tambores y cornetas, que decidi– Jamente tocaban a fiesta, han puesto en la ceremonia re– ligiosa una nota de apoteosis. El auténtico pueblo español de Santoña, Siete Villas y demás pueblos limítrofes se dió cita en Montehano para testimoniar a los capuchinos sentimientos de desagravio y afecto, acompañando los restos martirizados de dos de .sus

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