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-28o- vida. Y días antes, al volver de Escalante de hacer algunas compras para los Coristas, llegó sumamente satisfecho y repetía, al entrar en casa : " Gracias a Dios: ya se me aca– baron los viajes." No le faltaba-añadimos nosotros-, sino el postrero, el viaje doloroso de su calvario y de su martirio. Pocos días antes de su detención había pedido una es– tampa de la Virgen a una persona conocida. Se le dió una de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Al recibirla, d P. Miguel exclamó: "Esta irá conmigo." Efectivamente : con él fué el resto de sus días y hasta el momento de su pos– trer suspiro. La persecución religiosa se recrudeció grandemente en toda la provincia de Santander en la segunda quincena del mes de diciembre. Centenares de víctimas caían diariamen– te tiñendo unas con su sangre las aguas de la bahía santan– derina, dejando otras pedazos de su cuerpo al rodar por los peñascales del faro o desangrándose poco a poco en las so– ledades del Jesús del Monte, a seis kilómetros de Escalante. Por eso mismo las personas, que conocían y apreciaban al P . Miguel, le aconsejaban con tanto interés que se ale– jase del peligro, huyendo a Bilbao: nada pu,9ieron conseguir de él. Y llegó lo que no podía por menos. ASALTO A "LA CAGIOJA" Al atardecer del 29 de diciembre, los moradores de la casa del barrio de "la Cagioja" se haUaban reunidos, como de costumhre, rezando el Santo Rosario antes de cenar. Se– rían las dif!z de la noche. La luna iluminaba con f uerte cla– mhd el campo silenóo~o que abraza amablementf' b posi– ción ele "h C-t~ioja" . Estaban precjsamente ya en la!' 11."– taníás; el P. Miguel dirigía tl rezo; de pronto le> pareció cír el ruido amortiguado de un coche. Un coche en aquellas horas y a la puerta indefensa del apartado caserío era pre– sagio cierto de sucesos desagradables. Apagaron precipita– damente las luces para dar sensación de que todos se encon– trahan y:-~ descansando, mientras el dueño de la casa abre

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