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-278- cial del Frente Popular. El P. Miguel aprovechó la ausen– cia del presidente efectivo, a quien al parecer el P . Miguel · tenía bastante miedo, en ocasión en que aquél había sido aquellos días hospitalizado en Valdecilla por haberse heri– do en el muslo al disparársele la pistola. EN ESCALANTE Obtenido asimismo el beneplácito de los componentes del Frente Popular de Escalante, no sólo para sí, sino también para Fr. Diego de Guadilla; quien, como luego veremos, será su compañero de martirio, se trasladaron a Escalante, al barrio llamado de "la Cagioja", a la casa de D. Braulio Na– varro, el lechero del convento, _que vivía en una posesión separada del pueblo y rodeada de soledad y quietud. Llegaron a "la Cagiojá" el I4 por la noche. No les .~s peraban, si bien suponían irían allí por indicación de doña Julia de Ballesteros, esposa del médico de Escalante, y diri– gida del P. Miguel. Por otra parte, la señora de don Brau– lio había manifestado anteriormente que recibiría con gus– to, en su casa a dos o tres religiosos, y toda la fap1ilia, al lle– gar ellos, se mostró muy contenta y honrada con poder hos– pedarlos. Allí se creyeron completamente seguros, fiados en las pa– labras de los del Frente Popular de Escalante, de que nadie se metería con ellos. Desde el primer día prepararon en la ha– hitación de su nueva estancia un altarcito y allí decía Misa el P. Miguel; a ella asistían los de la casa y los familiares de la contigua, y frecuentemente los Coristas que estahan en Escalante. También venían a veces los Coristas de otros pueblos; llegaban en excursiones Clandestinas a través de los prados y montes al solitario caserío; allí confesaban, co– mulgaban y en ocasiones pasaban todo el día recibiendo ins– trucciones y consejos de su Director. A la caída de la tarde se volvían a los pueblos, siguiendo un· buen trecho caminos y veredas no trillados. Otras veces era el mismo P. Miguel
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