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, - 277- cuant.-:t aquellos necesitaban y luego ella misma se encarga– ba de llevársela. Así pasó aquellos cuatro meses largos de casi completo aigJamiento, dedicado al retiro, a la oración, pero padecien– do grandemente, preocupado por la suerte ele los jóvenes Coristas y Postulantes. Aquellas continuas y fervoro!'!as oraciones fueron preparando su alma para la inmi~1ent::! prueba del martirio. Cuando en los primeros días de diciembre la,; :osas :o– menzaron a ponerse peor y a tomar un cariz marcadamente malo y peligroso, nuestros Religiosos de Montehan:) procu· raron trasladarse a Bilbao y allí buscar un refugio más se– guro. Mas el P. Miguel se negó terminantemente a mar– char por no dejar solos y abandonados a los estudiantes, y esto aun a sabiendas de que su vida estaba en peligro. "NO ME INTIMIDA LA MUERTE" Pero la muerte no le arredraba en modo alguno. El mis– mo lo confesó a doña Mariana Naveda, precisamente el día primero que pudo celebrar Misa; al presentarse ante cila más alh,)rozado y animado, le dijo : "Cuando no comulgaba ni celebr~ba, me atemorizaba el morir; ahora que, g-racias a Dios, puedo hacerlo, no me intimida la muerte". Esa misma causa de atender a los Coristas espiritual y materialmente, fué la que le movió en cambio a trasladarse de Cícero a Escalante. Después de haber obtenido la debi-– da autorización, tuvo una entrevista con el P. Gtiardi:ln, Sevenano de Santibáñez, el día I I de diciembre, ante-; que é<;te se marchase a Bilbao. Estaba tan satisfecho pc.~r haber obtenido su traslado, que se expresó con él en esto:; térmi– no::;: "Me salen las cosas a pedir de boca; ninguna dificul– tad he hallado para nuestro traslado; el alcalde tan strvicial y ob~equioso me ha prometido que nadie se meterá con nos– otros" . El 14 de diciembre se trasladó efectivamente de Cícero a Escalante con un pase extendido por el presidente provin-

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