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-274- Sagrario, pues la llave de plata ya la habían robado los mi– licianos. Al otro día se ve obligado a abandonar el conven– to ante la conminación de los alcaldes de Santoña y Esca– lante ( 1 ). Serían las seis de la tarde del día g, domingo, cuando sale definitivamente del convento; al igual qu~ lus otros tres religiosos que con él habían quedado, deja triste y ape– sadumbrado aquel recinto para no volver a él I'!lás en vida. Fueron conducidos en un auto al Ayuntamiento de Esca– lante, .donde encontraron a los milicianos divirtiéndose y escuchando la radio. Allí permanecieron una hora larga, esperando al a¡calde y cuando éste llegó preguntó a cada uno dónde querían ir. El P. Miguel contestó que pensaba trasladarse a Cícero. Así se lo permitieron, avisando al mismo tiempo a los del Frente Popular de aquel pueblo. En coche los traslada-· ron allá y se dirigió a casa de doña Ricarda, donde encon– tró acogedor refugio, que le guardó durante cuatro meses. EN CICERO Pasados unos días de aquella fecha se presentó al Fren– te Popular de Cícero, solicitando un salvoconducto para trasladarse a Santoña y coffiprar ropa para los religiosos. Se lo dieron, pero al regreso, al presentarse de nuevo al Frente Popular, en términos violentos se le comuni.::ó la or– d~n de no volver a salir de Cícero y de presen!CI.rse tocios los días en las oficinas del Frente Popular para firmar. Así lo hacía diariamente y aprovechaba aquel1a ocasión para entrar en casa de doña Mariana Naveda y coniesar a los religiosos que allí había también refugiados. CuanJo visitó a esta señora en los primeros días no ocnl!:aba su sa– tisfacción por haber dejado recogidos los libros y precinta- (l) No necesitamos advertir que la vida del P. Miguel, lo mismo que ia de Fr. Diego de Guadilla, a partir de esta fecha nos es conorida por notici:~s dadc.s por personas que con ellos convivie~on, la mayor parte de las cual..-:; •on cita<!as .en el texto. El P. Constancia de A:deaseca procuró anotarlas cuídad!J– sarriente en sus apuntes y de ellos nos hemos servido.