BCCAP000000000000135ELEC

- 273 - El perfume de su espiritualidad y hasta de su santidad embalsamaba no sólo sus actos, sino también llegaron a participar de él cuantos con é! convivieron desde 1926 has– ta su muerte, sucedida diez años más tarde, en diciembre de 1936. CINCO MESES DE SUFRIMIENTO Si edificante fué su vida hasta aquellos momentos trá– gicos de la revolución, edificantes en extremo fueron a S!l vez los ejemplos que nos dejó en los cinco meses que clnra– ron, podemos casi decir, su cautiverio y su martirio. Pcr eso mismo y aun a trueque de hacernos un tanto extensos, queremos recoger todos esos datos de sumo interés para el día de mañana. Aun después de estallar la revolución en la provincia de Santander, nada sucedió en el convento de Montehano, donde, como dejamos dicho, moraba el P. Miguel, que, a su vez, era Vicario de la Comunidad. Pero el día 7 de agosto los fusiles de cuarenta milicianos de Santoña, Escalante y Cícero arrojaron del convento a sus 36 pacíficos mora– dores. Cuando el convento se vió rodeado, como si fuera a to– marse militarmente, el P. Miguel sale al encuentro de los milicianos, aun arrostrando cualquier peligro que, según la actitud que traían, era de temer. Les acompaña luego a ha– cer el registro en todas las dependencias para comprobar que no había arma alguna, y después, cuando llega el mo– mento de salir del convento, cual solícito pastor a cuyo car– go c:orre la suerte de los Coristas y Donados, los distribuye entre familias conocidas de los pueblos circunvecinos. El P. Miguel consigue quedar en el convento con otro~ tres, aunque solamente dos días más, con el fin de hacer el inventario de todo, sellar la Biblioteca, la celda del Padre Guardián, el Archivo y los gabinetes de Física y Química. Allí dice Misa el día siguiente, 8 de agosto, consumiendo el Santí~imo, teniendo para ello que forzar la puerta del

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz