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-269- más hayan brillado a vista de todos y de las que cuantos le conocieron habrán hecho el debido aprecio. SENCILLO Y BONDADOSO Su personalidad fué siempre bien definida. Era, en pri– mer lugar, delicado en su trato y en sus maneras; sabía ro– dear sits palabras y conversaciones de una exquisita finura que, sin empalagar, hacía las complacencias de sus interlo– cutores. Ni se ha de pensar por eso que bajase a chistes de mal gusto ni menos a familiaridades que rayaran en ordi– narieces; sino que siempre sabía estar a una conveniente aitura que, no solamente pedía la urbanidad, sino que exi– gía imperiosamente su espíritu exquisito. Por eso mismo huía de las singularidades, sin mostrarse esquivo en el trato con los demás, sino al contrario, procurando en los recreos animar la conversación y alegría de sus compañeros. Otra de las notas distintivas del P. Miguel era su carie– ter en extremo bondadoso, manso, casi diríamos algo tími– do, no precisamente en sus resoluciones y empresas, sino t>n el hablar con los demás y en expgper en muchas •)Ca– sienes su opinión personal. ¿ Quién no recuerda aquella bondad con que a todos re– cibía, lo mismo cuando era solamente Lector que cuando más tarde era a su vez Director del Colegio? La sonrisa era el primer saludo y la primera respuesta; sus labios se con– traían en un gesto de sonrisa que, sin pretenderlo, inspiraha confianza y prometía bondades; escuchaba con suma aten– ción ctctanto se le exponía, aunque fuese una impertinencia, daba su parecer y luego siempre tenía alguna frase apropia– da, bien para dar un buen consejo, para animar en los estu– dios, interesarse por la salud, o bien para hacer con gran caridad alguna corrección dando a sus palabras una unción que, sin herir, producían el efecto apetecido. Esa misma bondad se reflejaba en todos sus acto:>, so– bre todo en aquellos en que la. caridad podía quedar malpa– rada. No creo qne nadie haya tenido contra el P. Miguel

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