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- 2Ó4- En la capital de Vizcaya fueron atendidos fraternal– mente por los religiosos de aquel convento; se distribuyeron en casas particulares de personas bienhechoras o bien en pisos para ellos destinados, donde pudieron estar a cubierto cte cualquier peligro. Algunos de. los jóvenes se vieron obli– gados a hacer de enfermeros y otros a ir a los caseríos pró– ximos a Bilbao, donde con el trabajo de sus manos unos v o·cros ganaban el diario sustento. Pero aun así no penherort nunca el contacto con los otros religiosos y se ayudaron mutuamente, sobre todo en lo relativo a la comida y a la ropa de vestir. Más tarde varios lograron pasarse a Francia y de aquí a la E spaña de Franco; pero esos afortunados fueron los menos; la mayor parte tuvo que seguir en Bilbao hasta el día de su liberación, 19 de junio del 37· SUERTE DEL CONVENTO Por lo demás, antes de aquellos acontecimientos, pocas cosas se habían sacado del convento como medida preventi– va. El telescopio, por ejemplo, estaba fuera, pero fué ha– llado por los rojos y llevado a Santoña, y eso aun antes de salir los Religiosos del convento. F uera estaba también el hermoso microscopio Zeiss, que pudo salvarse afortunada.. mente; fuera estaban también algunos pocos libros, entre ellos el Espasa; y asimismo algunas casullas y otras vesti– duras sagradas habían sido llevadas a casas de confianza de Cícero. Pero nada más. Al ser expulsados los religiosos de Montehano el 7 de agosto, había quedado el convento a merced de los milicia– nos, que no eran otra cosa que vulgares ladrones. Puede por ello juzgarse lo que harían de las cosas. Ni valieron los se– llos puestos por ellos mismos en las puertas de algunas de– pendencias para que se respetasen; a las pocas horas los precintos habían desaparecido y todo fué saqueado. Unas cosas se las llevaron los mismos milicianos de Escalante ya en los prim.eros días, y las restante~ fueron desapareciendo, (

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