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-254 - suena en varias partes de la ciudad y van acudiendo oleada:; de gentes por todas las bocacalles para desembocar en el cua– dro de Maliaño, donde está anclado el Alfonso Pérez. Unos empuñan pistolas, otros blanden fusiles, otros, principalmen– te mujeres, llevan también armas blancas ... Pero todos co– rean el mismo grito : "Al barco, al barco: que no quede uno vivo". Aquellos gritos pronto se dejaron oír también en el bar– co, y al poco tiempo también se oye en Jos sollados el pis~'lx fuerte de gente armada ... , suenan a su vez algunos tiros y se escucha por todas partes: "Hay que matarlos a todos" .. Un temblor de muerte corre por las bodegas; los corazones elevan a Dios fervientes plegarias: sólo El podía salvarlo:~. Cuando los presos de la bodega número 4 oyeron los ru– gidos de la fiera, cercana y sobre cubierta, unos buscaron ansiosos un sacerdote que reciba su confesión, mientras otros corrían a parapetarse tras de la colchoneta. El P. Ambrosio confesaDa en un ángulo de la bodega, y otro tanto hacían !os demás sacerdotes. De pronto, una bomba de mano, lan- 2ada al interior de la bodega, les obligó a suspender su sa– grado ministerio. Un humo densísimo lo cubrió todo, y .um no había :desaparecido, cuando explotaron en menos de cin– co minutos otras tres. Con ese método tan expeditivo, los milicianos pensaban deshacerse de aquellos hombres iner– mes. Sin embargo, sus cálculos salieron fallidos: los rech.t– sos se parapetaron detrás de las colchonetas y no hubo !}tte lamentar sino heridos leves. Un silencio profundo siguió a cada explosión, y única– mente, según dice D. José María de Uclías, se oyó luego la voz del P. Ambrosio que invitaba al arrepentimiento, e ·.n– corporándose un tanto sobre su colchoneta, trazaba la señ:tl de la cruz sobre aquellos cuerpos en agonía, mientras pro– nunciaba las palabras sacramentales: "Yo os absuelvo" ... Un silencio más largo siguió a la cuarta explosión. Los milicianos comprendieron entonces su mal procedimiento: quisieron cambiar de táctica, y cuatro de ellos, armados de pistolas ametralladoras, bajaron a la bodega. El ruido ele

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