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- Z45- ce a evitar el registro, forcejea en la misma puerta con los é~gentes, y con hábiles palabras intenta disuadirles de prac– ticarlo. No obstante la insistencia de ellos, al fin tri un fa la diplomacia de la señorita y se impide el registro. que hu– biera llevado consigo la detención de todos.• ro se pudo evi– tar empero que tres de las hermanas fueran llevadas detl!– nidas. CAMBIO DE DOMICILIO Por el momento había sido salvado aquel peligro; pero fúcílmente se podía sospechar por la experiencia, que no se podría evitar un nuevo y quizás más peligroso registro. y ante esa amenaza, fué forzoso adoptar una resolución de– íinitiva; y, por si acaso tenía lugar, se lrasladaron el Padre .Ambrosio y don Celso al piso superior, donde estuvieron solamente una hora. Bajaron luego al Hotel Victoria, ;;ito en la misma casa: aquí pasaron el resto del día, esperando la oportunidad de la noche para ir al domicilio de don Celso. Dadas las diez de la noche salieron de allí y, al amparo de la oscuridad, después de recorrer algunas calles peligrosas, llegaban media hora más tarde a la casa de don Celso, sita en la calle de San Francisco Fué aquél el refugio hospita– lario que, a partir de esa fecha, le habrá de recoger hasta el 14 de noviembre, día ele su detención y encarcelamiento. De su vida en la nueva residencia tenemos preciosas no– ticias, recogidas de boca de las mismas personas CJUe con él convivieron. En ese tiempo que media hasta el 14 de noviembre, no pisó el P. Ambrosio el umbral de la puerta. Para cambiar un tanto de ambiente subía al piso superior, donde vivían las hermanas de don Celso, y en él pasaba gran parte del día. Aquí tuvo la dicha de poder celebrar diariamente, ha~t~ con ornamentos y cáliz, que le proporcionó el Hermano Luis, religioso pasionista. El poder celebrar fué para él 1111 verdadero acontecimiento y como engendro de nueva vida espiritual. Con tal objeto todos los días, muy de mañana,

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