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-244 - ocho. El día lo ocupaba en hacer sus rezos oblig·atorios en . ' leer y en llevar un diario de noticias e impresiones. A los pocos días ele estar en aquella casa, ya experimen– taron los sobresaltos del registro, llevado a cabo por la Po– licía. Apenas ésta se presentó en la casa, corrió Ja noticia t>Or todos los pisos, como chispa en reguero de polvora. También el piso donde se encontraba el P. Ambrosio es so– metido al registro. "C'na ele las señoritas va delante de los policías abriendo puertas y armarios, pero conduciéndoles de tal manera, que, dada la forma del piso y de las habita– ciones, los dos allí escondidos pueden ir detrás de los agen– tes sin ser por ellos vistos ni sentidos. Todo terminó con el crmsiguientc susto. Durante esos casi dos meses que allí estuvo, no recibió visitas; con los religiosos se comunicaba por medio de una ck las señoritas de la casa. Y la única vez que salió a la calle fué el 30 de agosto para celebrar Misa en la iglesia de los Padres Jesnítas, que aun permanecía abierta al culto. A la ,-uelta, al percatarse del peligro y también por consejo de personas pr udentes, se abstuvo ya de salir ni siquiera con un fin tan santo. Bien es cierto que más de una vez dejó lraslucir sus deseos vehementes de poder celebrar, pero com– prendía que no podía ser, tal como estaban~ las cosas. Ninguna otra novedad hubo en aquella casa fuera de la preocupación constante de que el P. Ambrosio se encontra– ba sin documentación. Y así llegó el día 29 de septiembre. En las primeras horas se presentó la Policía en el piso para incautarse del aparato ele radio. No hubo por entonces más incidentes que lamentar. Pero apenas se habían repuesto de aquel susto, se deja oír en la calle un fuerte clamoreo y; mientras un nutrido grupo, compuesto principalmente de tnujeres, vocifera y gesticula, sus miradas se dirigen al pi<:>o donde vive la familia Gándara, sobradamente conocida <'n Santander. Instantes después los policías se presentan en el piso con el fin de registrarlo y de llevarse detenidas a tres de las her– Jnana~. Afortunadamente, una de ellas, resuelta a todo tran-

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